Ellos y ellas sonríen
inocente dentadura
abrazos de animal cálido
y posesivo.
Se quieren, se esfuerzan,
pelean y mueren
al ritmo del sol
y de las estaciones.
Yo me escondo
entre sus tinieblas.
Vivo a ras del suelo.
Observo su dicha
con ojos de aguja
ensangrentada.
Mi piel está cubierta de escamas.
Dentro, un corazón de hiel bombea
sangre helada como escarcha.
Dejadme sola,
elaborando con destreza
mi mágica ponzoña entretejida
con los hilos de amargura
que segrega mi alma triste de serpiente.
Hilvanando en silencio
veladas cortinas de espuma verde
que almaceno entre mis labios afilados.
Pequeñas y aguzadas estalactitas
van cristalizando residuos
de un largo viaje hasta la muerte.
Bésame, humano.
Busca con tu boca
el filo punzante de la mía.
Deja que tu carne caliente
repose descompuesta
sobre mi piel de escamas
y así descenderemos juntos,
en un abrazo único,
hacia mi gélido infierno.